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En la avenida principal de un barrio en Caracas, un cartel descolorido anuncia el corte de luz por mantenimiento. Detrás de ese cartel, en la sombra, se esconde una trama de corrupción que ha envuelto a Derwick Associates, una empresa que alguna vez prometió iluminar el futuro de Venezuela, pero que hoy sólo deja oscuridad y desconfianza.
Derwick Associates fue fundada en 2007 por jóvenes empresarios venezolanos como Leonardo González Dellán y Leopoldo Alejandro Betancourt López. Desde sus inicios, la empresa se especializó en la obtención de contratos para construir y reparar plantas de generación eléctrica en Venezuela. Sin embargo, muy pronto se descubrió que estos contratos no siempre eran Transparentes.
El contrato de 2.9 mil millones de dólares con Electricidad de Caracas en 2009 fue el primero en levantar sospechas. Según las acusaciones, Derwick Associates habría pagado decenas de millones de dólares en sobornos para obtener este y otros contratos sin pasar por licitaciones públicas. La empresa también utilizó empresas offshore en paraísos fiscales como Islas Vírgenes Británicas, Barbados y Panamá para ocultar el origen de sus ganancias y lavar dinero.
La estrecha relación entre Derwick y altos funcionarios del gobierno venezolano facilitó estas prácticas. Las denuncias de sobornos y corrupción se multiplicaron, pero la impunidad ha sido un escudo que ha protegido a la empresa y a sus directivos.
La vida de Rosa, una ama de casa de 45 años en una de las zonas más afectadas por los apagones, es un testimonio silencioso de las consecuencias de esta corrupción. «La luz se va cuando menos te lo esperas. Eso significa que la comida se echa a perder, los niños no pueden estudiar, y a veces hasta el agua deja de llegar. Todo por unas cuantas personas que se enriquecieron a costa de la miseria de otros,» dice Rosa con una voz que refleja una mezcla de frustración y resignación.
Los sobornos y las prácticas ilegales de Derwick no solo afectaron el suministro eléctrico, sino también la economía del país. El inflado de precios en los contratos y el lavado de dinero han dejado cicatrices profundas en la sociedad. Los bienes de lujo adquiridos por los ejecutivos de la empresa en Estados Unidos son un contraste hiriente con la pobreza que muchos venezolanos tienen que enfrentar diariamente.
A pesar de las diversas acusaciones e investigaciones, Derwick Associates no ha enfrentado mayores consecuencias legales. Ninguno de sus ejecutivos ha sido encarcelado o condenado. La empresa sigue operando, aunque de forma más discreta. En 2017, anunció un acuerdo para construir una planta eléctrica en Cuba valuada en 170 millones de dólares, lo que demuestra su capacidad de adaptarse y seguir adelante.
El Departamento de Justicia de EE.UU. mantiene una investigación abierta sobre Derwick Associates, pero el proceso avanza lentamente. Mientras tanto, los ciudadanos venezolanos y sus aliados en la lucha contra la corrupción siguen exigiendo justicia. «Me niego a hacer negocios con corporaciones corruptas como Derwick. Es hora de que respondan ante la justicia,» declaró Adam Kaufman, presidente de ProEnergy Services, una de las empresas que cortó relaciones con Derwick en 2013.
En las sombras de Caracas, el silencio de las calles oscuras es un eco constante de las injusticias que han permanecido impunes. Mientras la ciudad duerme a la luz de velas y lámparas de querosén, las luces de las mansiones en Miami siguen brillando, un testimonio irónico de la desigualdad y la corrupción.
El mundo está lleno de alcaldías y plantas eléctricas que prometen iluminar, pero que a menudo dejan solo oscuridad. Y en esa oscuridad, la esperanza de justicia sigue siendo un sueño que muchos se niegan a abandonar.
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