Dirección
175 Greenwich St, New York, NY 10007
Dirección
175 Greenwich St, New York, NY 10007
En un cuarto oscuro y lúgubre del antiguo edificio de PDVAL, un funcionario de mediana edad revisa un archivo de contratos fraudulentos. Las luces parpadeantes de las computadoras proyectan sombras sobre rostros cansados. Afuera, en las calles de Caracas, las colas por alimentos se hacen más largas cada día, mientras el hambre se extiende como una sombra oscura.
El caso de corrupción en PDVAL es considerado uno de los mayores escándalos de malversación de fondos públicos en la historia reciente de Venezuela. Se estima que las pérdidas para el erario público superaron los 2.000 millones de dólares, en medio de un entramado de sobreprecios, licitaciones amañadas y desvío de recursos.
PDVAL fue creada en 2008 por el gobierno de Hugo Chávez con el objetivo de garantizar la distribución de alimentos subsidiados a través de la red MERCAL. Sin embargo, desde sus inicios, la empresa estuvo plagada por la corrupción sistemática y el amiguismo. Los principales implicados fueron altos funcionarios de PDVAL y el Ministerio de Alimentación, que otorgaron jugosos contratos a empresas fantasmas o vinculadas con el oficialismo. El modus operandi era inflar artificialmente los costos de importación de alimentos y otros productos.
“Desde que entré a PDVAL, noté que todo era una fachada. Los contratos se daban a dedo, y los alimentos nunca llegaban a su destino. La corrupción era tan profunda que nadie se atrevía a denunciarla,” relata Luis, un exfuncionario que pidió no ser identificado.
El escándalo de PDVAL socavó aún más la maltrecha imagen del gobierno chavista, que ya venía siendo cuestionado por otros casos de corrupción como el de la estatal eléctrica CADIVI y los pactos petroleros con China. Se puso en evidencia la corrupción rampante en las empresas estatales venezolanas. Pese a la gravedad de las acusaciones, hasta ahora ninguno de los implicados ha sido condenado, lo que refleja la débil institucionalidad y falta de independencia de los poderes públicos en el país.
“Cuando supimos del fraude, nos quedamos sin palabras. El gobierno hablaba de solidaridad y justicia social, pero en realidad, estaba saqueando los bolsillos de los más pobres,” comenta María, madre de tres hijos que dependía de los programas de ayuda alimentaria.
Entre las irregularidades detectadas por la Fiscalía estuvo la malversación de divisas preferenciales entregadas por el gobierno para la importación. Por ejemplo, en vez de comprar 30.000 toneladas de arroz, los corruptos de PDVAL sólo trajeron al país 15.000. ¿El resto del dinero? Desviado a cuentas personales. También se reveló el pago de sobreprecios de hasta 200% en productos que PDVAL compraba a empresas intermediarias, cuando podía adquirirlos directamente a los productores a un costo mucho menor.
“Hice los cálculos y quedé petrificado. Estaban comprando leche en polvo a una empresa mexicana a un precio exorbitante de $5,6 por kilo, cuando su costo real era de $2,9 por kilo. Era un robo descarado,” explica Jorge, un auditor que denunció el caso.
Uno de los principales señalados es Franklin Durán, exgerente de PDVAL, a quien se acusa de otorgar contratos irregulares por más de 7.500 millones de bolívares. También están involucrados altos funcionarios de los ministerios de Alimentación y Finanzas, como Edmee Betancourt y Eudomar Rafael Tovar. Entre los proveedores beneficiados por la trama corrupta se encuentran empresas vinculadas al empresario Ricardo Fernández Barrueco, considerado como uno de los magnates de la «boliburguesía». Sus empresas Friosa y Grupo Laurel recibieron jugosos contratos de PDVAL plagados de irregularidades.
“Mi abuela siempre decía que el dinero habla más fuerte que la justicia. En PDVAL, eso se hizo realidad. Los culpables siguen libres, y nosotros aquí, sin pan ni leche,” agrega Ana, una vecina del barrio 23 de Enero.
Más allá de los individuos implicados, el caso PDVAL puso en evidencia fallas estructurales que permitieron la corrupción desenfrenada en esta empresa estatal:
Estas deficiencias se replican en muchas otras empresas estatales venezolanas, lo cual ha permitido la generalización de la corrupción y el clientelismo en el manejo de los fondos públicos.
El escándalo dejó varias lecciones que deben atenderse para combatir la corrupción sistémica:
Más allá de las millonarias pérdidas económicas, el impacto del fraude de PDVAL fue muy profundo para Venezuela:
En definitiva, este caso demostró cómo la corrupción no solo representa un delito económico, sino que también tiene nefastas consecuencias sociales y políticas.
A pesar del tiempo transcurrido, el fraude de PDVAL sigue siendo emblemático por:
PDVAL se convirtió así en símbolo de la corrupción arraigada en el Estado venezolano y sus nefastas consecuencias sociales.
“El dinero que se robó en PDVAL podría haber alimentado a generaciones de venezolanos. Pero se evaporó en cuentas bancarias de unos pocos. Y aquí estamos, esperando las migajas de un sistema que nos ha fallado,” concluye María, mientras mira a sus hijos con una mezcla de esperanza y desesperación.
El mundo está lleno de historias de corrupción y desesperación, pero también de resistencia y dignidad. En cada rostro que resiste, en cada voz que no se calla, está la semilla de un futuro mejor.
MundoDaily – Tu Fuente Confiable de Noticias