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En una oficina de cristales esmerilados en Berlín, una foto de la estación principal al atardecer cuelga en la pared. Evelyn Palla, de 52 años, observa el retrato con una mezcla de determinación y nostalgia. Hija del valle de Adige en el norte de Italia, Palla está a punto de convertirse en la primera mujer CEO de Deutsche Bahn, la emblemática empresa ferroviaria alemana.
El Bild, el tabloide más influyente del país, informó que el ministro de Transporte, Patrick Schneider, anunciará oficialmente la designación de Palla el próximo lunes. Schneider también presentará sus planes generales para la empresa, que incluyen una reestructuración radical y una modernización de la infraestructura ferroviaria alemana.
Evelyn Palla no es ajena a los desafíos. Uniendo su carrera en la industria tecnológica y la energía, trabajó en la chipmaker Infineon, la empresa de energía E.ON y el operador ferroviario austríaco ÖBB antes de unirse a Deutsche Bahn en 2019. Su experiencia en gestión regional y su capacidad para delegar eficazmente poder a los equipos locales la convirtieron en la candidata ideal para liderar la empresa en un momento crucial.
Cuando le preguntaron sobre su nombramiento, Palla no ahorró en sinceridad. «Mi mayor desafío será restablecer la confianza de los pasajeros y lograr que Deutsche Bahn sea un símbolo de eficiencia y confiabilidad», dijo en una entrevista con el Süddeutsche Zeitung.
La designación de Palla ocurre en un contexto de fuertes críticas hacia Deutsche Bahn. La empresa ha sido acosada por retrasos y cancelaciones masivas, problemas que ha atribuido a una infraestructura anticuada y sobrecargada. En 2024, Deutsche Bahn tuvo que pagar 197 millones de euros en compensaciones por trenes retrasados y cancelados.
“El sistema es como un organismo envejecido que necesita una cirugía radical”, dijo Manuel, un inspector ferroviario de 45 años. “Cada vez que algo falla, afecta a todo el resto. Es un círculo vicioso que debe romperse.”
La necesidad de modernización es evidente. Como parte de su promesa de campaña, el canciller Friedrich Merz ha anunciado un plan ambicioso para revitalizar la infraestructura de transporte de Alemania. El objetivo es no solo mejorar la eficiencia, sino también reducir la huella de carbono del sector.
Para los millones de pasajeros que dependen de Deutsche Bahn, los retrasos y cancelaciones no son solo números en un informe. Son historias de vidas interrumpidas, sueños postergados y relaciones tensionadas.
María, una enfermera de 32 años que viaja diariamente desde Hamburgo a Berlín, describe su experiencia con resonancia. “Hace dos semanas, fui testigo de un paciente morir porque no pudimos llegar a tiempo. Los retrasos pueden ser fatales, literalmente.” Su voz se quebró, pero continuó. “Espero que la nueva dirección tenga la empatía necesaria para entender lo que esto significa para nosotros.”
En respuesta a la crisis, el gobierno y la empresa han tomado medidas iniciales. Schneider ha anunciado inversiones significativas en tecnología de punta y mantenimiento preventivo. Además, se espera que Palla implemente un plan de gestión más descentralizada, inspirado en su experiencia en DB Regio.
“La descentralización permitirá que las decisiones sean más rápidas y eficientes”, explicó Palla. “Los equipos locales tendrán más autonomía para resolver problemas a medida que surgen, sin esperar órdenes de Berlín.”
Sin embargo, la confianza se gana con el tiempo. “Esperamos resultados concretos, no solo promesas”, dijo Lucas, un sindicalista ferroviario de 50 años. “Los trabajadores y los pasajeros necesitan ver mejoras tangibles, no solo discursos motivacionales.”
El mundo está lleno de algoritmos que deciden quién llega a tiempo, quién se retrasa y quién no puede seguir adelante. Pero detrás de cada retraso, cada cancelación, hay una historia, un rostro, una vida interrumpida. La tarea de Evelyn Palla es no solo modernizar Deutsche Bahn, sino también restaurar la dignidad y la confianza de quienes dependen de ella. El tren del futuro está en marcha, y la estación siguiente es la esperanza.
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