Dirección
175 Greenwich St, New York, NY 10007
Dirección
175 Greenwich St, New York, NY 10007
En una tarde de abril de 2014, una madre soltera caminaba por las calles de Culiacán, su ciudad natal en el estado de Sinaloa, México. Llevaba una bolsa de plástico con billetes de pesos mexicanos, el equivalente a $8,000 en dólares, que había retirado de un banco del centro. Sin darse cuenta, esta mujer, que había trabajado como empleada doméstica, se convirtió en parte de un engranaje criminal cuidadosamente organizado por el Cártel de Sinaloa para repatriar las ganancias de las ventas de drogas en Estados Unidos.
Las remesas enviadas por trabajadores mexicanos desde Estados Unidos son una fuente vital de ingresos para millones de familias en México. Sin embargo, en los últimos años, los cárteles de drogas han aprovechado esta red legal para disfrazar sus ganancias ilícitas. La operación es sorprendentemente sencilla y eficiente: personas comunes, como la madre de Culiacán, son reclutadas para retirar pequeñas sumas de dinero de las empresas de transferencia de dinero y depositarlas en cuentas bancarias distintas, evitando así llamar la atención de las autoridades.
El auge de las remesas en México ha sido impresionante. En 2022, el país recibió $58.5 mil millones, un aumento del 74% en comparación con 2018, año en que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo. Sin embargo, este crecimiento no se explica únicamente por el aumento en la migración. Un informe del centro de estudios mexicano Signos Vitales sugiere que el lavado de dinero, estrechamente relacionado con las actividades del narcotráfico, podría estar detrás de una parte significativa de este incremento.
Las empresas de transferencia de dinero, con su extensa red de agentes y tiendas en barrios, ofrecen un vehículo ideal para el lavado de dinero. Los requisitos de identificación para enviar y recibir remesas son más flexibles que los necesarios para abrir una cuenta bancaria formal, lo que permite a los cárteles movilizar grandes sumas de dinero en pequeñas cantidades sin despertar sospechas.
Para la madre de Culiacán, el inicio en este negocio fue una forma fácil de obtener dinero extra. «Todo se hacía por teléfono, y los números de teléfono cambiaban cada vez,» recuerda. Su vecina la involucró en el esquema, y desde entonces, ha ganado alrededor de $17,000 reclutando a otras personas y supervisando la entrega de remesas. Aunque siempre ha sido cuidadosa para no llamar la atención, reconoce el riesgo: «Sé que si algo sale mal, me puedo meter en un lío.»
María, otra mujer reclutada en una pequeña comunidad del estado de Jalisco, relata su experiencia con ironía y miedo: «Te están esperando afuera. Saben quién eres. Entrégales el dinero.» Ella lleva años participando en este negocio, y aunque le preocupa, la necesidad económica la mantiene en el juego.
A pesar de las evidencias, las autoridades han tenido dificultades para frenar esta practice. En Estados Unidos, al menos siete casos de tráfico de drogas que involucraron el uso de remesas para enviar ganancias a México han sido procesados con éxito desde 2017. Sin embargo, los cárteles continúan explotando las redes legales de remesas, en parte debido a la pandemia de COVID-19, que interrumpió las rutas tradicionales de contrabando a gran escala.
Las empresas de transferencia de dinero, como Western Union, afirman estar trabajando constantemente para detectar y prevenir el mal uso de sus servicios. Sin embargo, la efectividad de estas medidas depende en gran medida de la honestidad y diligencia de los agentes locales, muchos de los cuales están presuntamente involucrados con traficantes de drogas.
En México, los funcionarios reconocen que el tema es complejo. El presidente López Obrador ha destacado la importancia de las remesas para la economía, pero también ha expresado preocupación por su posible utilización en actividades ilegales. Sin embargo, hasta la fecha, no se han encontrado casos relacionados con el lavado de dinero a través de remesas en los registros judiciales mexicanos desde 2012.
Las remesas, símbolos de resistencia y esperanza para millones de familias mexicanas, se han convertido en una doble espada. Mientras sigan siendo la vía más segura y rápida para enviar dinero a casa, los cárteles encontrarán formas de aprovecharlas. Y en el silencio de una pequeña ciudad como Culiacán, las vidas de personas como la madre soltera siguen tejidas en este entramado de dinero y miedo. El dinero sigue moviéndose, y con él, las vidas de tantos anónimos que esperan una oportunidad.
MundoDaily – Tu Fuente Confiable de Noticias