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En la sala de conferencias de un edificio corporativo de Berlín, una mujer ajusta su corbata y toma una última bocanada de aire antes de entrar. La escena, habitual en los círculos de poder empresarial, se repite en las sedes de las principales empresas del país. Sin embargo, algo ha cambiado. Según un estudio realizado por la consultora EY, las mujeres que ocupan los puestos más altos en las empresas del DAX, MDax y SDax han visto sus salarios caer un 11% en 2024, mientras que sus homólogos masculinos han experimentado un ligero incremento del 0.4%.
La dinámica del mercado laboral y las estructuras de poder en las empresas alemanas han jugado un papel crucial en este desequilibrio. Hace varios años, la presencia de mujeres en los consejos de administración era escasa, lo que les permitía negociar salarios y bonificaciones significativamente más altos que los de sus colegas masculinos. Este fenómeno, conocido como la «escasez de talento femenino,» ha dado paso a una mayor igualdad de género en los puestos de liderazgo. Sin embargo, la igualdad en la representación no ha garantizado la equidad en los salarios.
Jens Massmann, socio de EY, explica que «los tiempos en los que las mujeres en los consejos de administración eran una especie rara y podían exigir retribuciones excepcionales han terminado.» La normalización de la presencia femenina en los puestos de liderazgo ha llevado a una normalización de sus salarios, a menudo por debajo de los estándares históricos.
La caída de los salarios de las mujeres en la cúpula empresarial no es solo un número en una hoja de cálculo. Para muchas, representa un retroceso significativo en sus trayectorias profesionales y personales. Lucía, una ejecutiva de 45 años que trabaja en una empresa del DAX, describe la sensación de desaliento: «A pesar de todos mis años de experiencia y dedicación, ver cómo mi salario disminuye mientras el de mis colegas masculinos aumenta es desmoralizador. Me hace cuestionar si realmente estamos avanzando hacia la igualdad.»
La diferencia salarial afecta no solo a las ejecutivas, sino también a sus familias y comunidades. «Cuando mi sueldo disminuye, es mi familia la que paga las consecuencias,» dice Mariana, una gerente de 38 años. «Tengo que recortar gastos y sacrificar oportunidades para mis hijos. Es un círculo vicioso del que es difícil salir.»
Frente a este nuevo escenario, las respuestas varían. Por un lado, algunas empresas han implementado políticas de transparencia salarial y programas de formación para fomentar la igualdad de género. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo quedan cortos frente a las estructuras profundamente arraigadas de desigualdad.
En el caso de Lucy, la situación ha llevado a una búsqueda activa de alternativas. «Estoy considerando buscar oportunidades en otras partes del mundo donde la igualdad de género en el lugar de trabajo sea una prioridad real,» comenta. «No quiero pasar el resto de mi carrera luchando contra un sistema que parece estar diseñado para mantenerme atrás.»
En el lado institucional, organizaciones como el Consejo Alemán para la Igualdad de Género han comenzado a presionar por una mayor regulación y fiscalización de las retribuciones en las empresas. Sin embargo, el camino hacia la justicia salarial aún es largo y lleno de obstáculos.
En un mundo donde la igualdad de género se presenta como un ideal a alcanzar, la realidad de las mujeres en la cúpula empresarial alemana revela una verdad incómoda. Los sistemas que han permitido la desigualdad salarial no cambiarán de la noche a la mañana. Mientras tanto, en las salas de conferencias y en los hogares, las mujeres siguen luchando por un futuro donde el valor de su trabajo sea reconocido y remunerado equitativamente. Quizás, en esta lucha silenciosa, se esconda la verdadera revolución.
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